Por: Olmedo
de Jesús Pineda.
El Hotel Guarocuya, fue construido por
Rafael Leónidas Trujillo Molina en el año 1958 (inaugurado en el 1959), ubicado
en Punta Inglesa del Malecón de Santa Cruz de Barahona y antes de realizarse la
transacción u acto de arrendamiento cuestionado contaba con apenas veintidós (22)
habitaciones de mala muerte, en sentido general. Un verdadero cuchitrín y conozco
a cabalidad palmo por palmo la realidad de Santa Cruz de Barahona y de la
región Enriquillo completa, frente a la cual he interactuado en todos los años
de servicio que brindé en la Secretaría de Estado de Agricultura (hoy
Ministerio), en mis luchas por la libertad y la democracia, en la Dirección de
Foresta, como periodista y como munícipe.
Hago estas puntualizaciones para que el
lector pueda observar que no soy un improvisado en el tema y que no soy un
extraño de la realidad barahonera, ni uno que vino ayer a Barahona. Que “viví
en el monstruo y conozco sus entrañas”,
parafraseando a José Martí, y vivo en él. Las otras verdades sobre el tema
deben fluir y ponerla de cara al público de manera objetiva y responsable con
toda la carga del método científico y que el ciudadano debe conocer a
profundidad.
Con el paso del tiempo este hotel se fue
deteriorando hasta el punto de ser un antro de lo peor, máxime en su entorno,
en el cual se fumaba droga, se ejercía la prostitución, era un estercolero y
servía para las prácticas sexuales de todas índoles, así como para otros fines
nada sano. La inseguridad campeaba y se producían constantes atracos,
violaciones sexuales y ulizado como una vía expedita para los delincuentes y el
microtráfico. Era una estructura con cáncer terminal, sida y lepra. Desahuciado
totalmente. Un fantasma del pasado que nadie se atrevía a meterle mano e
invertir en el mismo. La estructura externa como interna estaba a punto de
colapsar y los mobiliarios, equipos y enseres inservibles, en mal estado y que
no podían usarse. Hubo muchos que tuvieron el Hotel bajo su dirección pero
nadie invertía hasta el punto que absolutamente nadie quería arrendar o
alquilar el mismo porque era pérdida total para quienes osaban hacer este
negocio. Fueron muchos los que desfilaron poniendo huella al revés frente a
este negocio de capa perros.
Escribo este artículo, independientemente
de la diversidad y respetando el derecho de los demás; pero, cada acción trae como consecuencia una
reacción y así mismo tenemos el derecho constitucional de verter nuestra
opinión como ciudadano y en honor a la verdad. En este pretendo con mis
inferencias sobre el particular dilucidar la realidad existente y no la “aparente”.
Verifiqué, desde el punto de vista
morfosintáctico y de la redacción sólo un párrafo de una publicación del
Facebook, basada en una
investigación realizada por la periodista Kirsis Díaz para el programa La
Verdad a Fondo, de CDN. en la cual hay un trasfondo de manipulación de
la verdad en cuanto al enfoque gramatical del mismo. Cito: “El Hotel Guarocuya construido por el
presidente Rafael Leónidas Trujillo, cuenta con piscina, área de gazebo,
marina, 3 áreas de restaurante, 74 habitaciones, cancha y discoteca”. https://www.facebook.com/100005061331838/posts/732647357187851/?substory_index=57.
Aquí se vende la idea de que cuando fue
construido por Trujillo contaba con todo eso que se describe en el párrafo y no
es así. Hay un trasfondo de mezcla de verdad, que fue construido por Trujillo;
pero, no contaba con las infraestructuras que tiene hoy el Hotel Guarocuya, que
es la parte de manipulación mediática.
Este hotel ha recibido en manos de Melton
Pineda, no Milton, una inversión millonaria que ronda los ochenta (80) millones
de pesos para poder ponerlo en las condiciones que se encuentra actualmente,
dentro de cuyo monto se encuentran los treinta (30) millones que recibió por
parte del Estado en la venta del edificio que ocupa el Centro Cultural María
Montéz. Que ha dedicado la mayor parte de su tiempo frente al mismo y hacer
mucha publicidad y promoción no solo al hotel sino a toda la zona, para poder
lograr lo que hoy se exhibe en el Guarocuya, sin aún percibir ganancias. Que ha
recuperado propiedades que son del entorno del hotel y estaban en manos de
terceros o particulares. Nada de esto sale a relucir en la “investigación” de marras.
Melton adquiere esta propiedad mediante un
acto transaccional con el señor José Sánchez (ya fallecido), a quien le compra
trece (14) años de arrendamiento por la suma de veintidós (22) millones de
pesos y posteriormente para poder recuperar la inversión logra que le
prolonguen por más años el arrendamiento. Respecto a esto señalamos lo
siguiente: Antes nadie se fijaba en el Hotel porque hedía a barco viejo. Ahora
es un botín que llama la atención. Aunque el arrendamiento luce ser una suma
muy baja, ¿dónde está el incentivo al turismo más para esta deprimida región?;
¿Dónde está la tasa de retorno de la inversión que ha hecho su arrendatario a
corto, medio o largo plazo?; ¿Pierde el Estado al recibir más turistas
extranjeros o por el movimiento del turismo interno?, ¿hay más o menos plazas
de trabajo con el funcionamiento del mismo?; ¿Se fortalece o no la imagen del
país y la región para las ofertas al turismo?; ¿hay mayor o menor demanda de
bienes y servicios al operar el hotel en las condiciones que está ahora?; ¿Acaso
el Estado no tiene el deber y la obligación de proteger y promover la inversión
para fines turísticos y de otras naturalezas brindando facilidades y otorgando
incentivos y exenciones para las mismas?; ¿Ese es el gran aporte al incentivo
turístico del país y del IV Polo Turístico Ampliado que se brinda con la
publicación alegre de estas noticias o a qué obedecen las mismas?; ¿Cuál es la
muestra significativa de la investigación?; ¿Y los demás días desde antes del
arrendamiento y desde el inicio de éste, fueron investigados a ver la ocupación
del Hotel donde sólo visitaban los mimes, jejenes y mosquitos?........
Todo el que cree que el arrendatario consiguió
un pillai, automáticamente se enfoca en que es un jugoso negocio que le reporta
grandes ganancias, un contrato muy lucrativo; pero, preguntamos desde el punto
de vista de la razonabilidad y la matemática financiera: ¿Los arrendatarios recibieron
por parte del Estado el hotel en las condiciones que está actualmente?; ¿Qué
monto ha invertido el Estado para ponerlo en estas condiciones?; ¿Y los gastos
y demás partidas o rubros que forman parte de los egresos frente a los
ingresos: su diferencia si resulta positiva representa una ganancia neta o
simplemente se considera como parte de la amortización para recuperación de la
inversión?; ¿Esas inversiones millonarias de esa naturaleza se recuperan
inmediatamente o al largo plazo o muchas veces ni se recupera totalmente?......
Al amparo de la Constitución; del Código
Civil; de la Ley No.158-01, del 9 de octubre de 2001, que establece la Ley de
Fomento al Desarrollo Turístico para los polos de escaso desarrollo y nuevos
polos en provincias y localidades de gran potencialidad, y crea el Fondo
Oficial de Promoción Turística, modificada por la Ley No.195-13, del 13 de
diciembre de 2013; de la Ley Orgánica de Turismo de la República Dominicana,
No.541, del 31 de diciembre de 1969, modificada por la Ley No.84, del 26 de
diciembre de 1979; del Decreto No.3327, del 19 de septiembre de 1985, que establece
como demarcación turística prioritaria el llamado Polo o Área Turística de
Barahona y la Resolución No.29, del 1 de junio de 1983, del Directorio de Desarrollo
Turístico, este
es un tipo de incentivo donde el beneficiario hace las inversiones; pero, al
final le queda al Estado. Al César lo que es del César, a Dios lo que es de
Dios y la Verdad completa, no a medias, como debe ser. La verdadera realidad,
no la realidad aparente.
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